viernes, 16 de septiembre de 2011

PRÓXIMA PRESENTACIÓN JUEVES 29 DE SETIEMBRE en Café La Diaria



Cómo extensión del Festival Globale 2011 el audiovisual Insurrección se proyectará el Jueves 29 de Setiembre en Café La Diaria a las 19 hrs (puntualmente).Posterior a la proyección contaremos con la presencia invitados del colectivo Base Compañera y de los realizadores del film para compartir junto a los presentes crítica y reflexiones.
¡Los esperamos!

Café La Diaria está ubicado en Soriano 770 entre Ciuadadela y Florida
Blog de Café La Diaria: http://ladiaria.com/comunidad/cafe?m=comunidad

¿Cómo llegar?





viernes, 2 de septiembre de 2011

¿Dónde se está proyectando?

2011:
2 de Setiembre: Sindicato de Artes Gráficas / Montevideo -Uruguay
8 de Setiembre: Facultad de Bellas Artes / Montevideo -Uruguay
29 de Setiembre: Café La Diaria (extensión Festival Globale) / Montevideo -Uruguay

2010:
Agosto: Estreno en local AFHI (en el marco de los 15 años del periódico Barrikada) / Montevideo -Uruguay
Noviembre: Biblioteca Anarquista del Cerro (en el marco de ciclo de cine)/ Montevideo -Uruguay

Copias y proyecciones:
A parte de las proyecciones se están distribuyendo en los puestos de Barrikada
copias del audiovisual. Estamos trabajando en una versión de menor peso para
poder subirla a Internet, y que se pueda descargar desde este blog.

Estamos abiertos a proyecciones en locales sindicales, centros de estudio, casas culturales, en el marco de conflictos o en locales políticos. Por Copias o consultas escribanos a: jodealsistema@gmail.com

jueves, 1 de septiembre de 2011

APUNTES SOBRE EL AUDIOVISUAL


Algunas consideraciones sobre este audiovisual

Tenemos que confesar que cuando nos propusimos hacer el audiovisual tuvimos ciertas dudas acerca de recurrir a los textos del Comité Invisible. No porque no se trate –a nuestro criterio-de un destacado material político y literario. Si no porque sabíamos que en el proceso de adaptación del guión nuestros propios aportes  como colectivo político iban a entrar en tensión con los planteos de los compañeros de Comité Invisible (C.I) . En efecto, la propuesta que subyace  en “La Insurrección que viene” o “Llamarada y otros fogonazos” escrito por los compañeros franceses  es inequívocamente mucho más provocativa (en términos políticos) que la adaptación que hemos hecho en  este audiovisual. Tal vez por nuestra lectura de la etapa histórica desde una perspectiva latinoamericanista, o por nuestro decidido organicismo y concepción clasista de la luchas que contrasta muchas veces con el planteo de los compañeros europeos del  C .I. Lo cierto es que finalmente hemos optado por asumir el riesgo de tomar de los textos originales el sentido épico y poético de su lectura de la etapa histórica; el acertado ángulo de opinión sobre el lugar de la dominación, y cierto posicionamiento universal.
En cuanto a los medios, nos apresuramos a advertir que hemos recurrido a la técnica de una suerte de collage de clips y música de las más diversas fuentes, con el único propósito de arribar a un mensaje político. Al igual que en el medio a través del cual habitualmente expresamos nuestros planteos (Periódico Barrikada), este material audiovisual es una colcha de  retazos, cuan fanzine en movimiento. Sin la más mínima intención (y presupuesto) para arribar a un material técnicamente bien resuelto, hemos sin embargo puesto el mayor esmero en buscar en este formato otro modo de seguir invitando a luchar.

Luego de las primeras presentaciones nos hemos involucrado en debates (afortunadamente), sobre las conclusiones que pueden surgir de un guión lo suficientemente abstracto en muchos transcursos como para abrir espacios a las más diversas interpretaciones. Y es bueno que así suceda, así como nosotros mismos hemos tomado una obra y la hemos moldeado a nuestro entender, es justo que el espectador haga sus propias interpretaciones de un documento que está allí abierto a ser utilizado con actitud crítica.
A continuación esbozamos algunas de las interpretaciones que nosotros mismos le hemos adjudicado a ciertas imágenes y trayectos que hacen al hilo conductor del audiovisual.



La caída del antiguo imperio

Elegimos partir desde una mirada que tuviera distancia histórica de la etapa que padecemos. Un modo de recordar que ni la más colosal maquinaria de dominación ha logrado sobreponerse a la libertad. El imperio no es invencible. Buscamos precedentes de esta esperanza en el fuego que consume el podio del César. Arde roma, y los rostros fatigados de la guardia pretoriana no asumirán su derrota hasta el final probablemente. Pero es un hecho, el imperio ha caído. Y no ha sido un acto puntual si no una suma de incuantificables luchas y situaciones las que han conquistado esta victoria a escala mundial. Y cuando cae el imperio no es que quede un vacío, un mundo en caos en su lugar. Pues mucho antes hubo quienes partieron hacia la construcción de una conciencia colectiva. Y han edificado una alternativa allí donde otros no divisaron nunca nada capitalizable. 



La Errancia

El exilio, la errancia no es una huida de un lugar físico. Es la decisión de transitar por lo incierto, asumir los riesgos de un desafío, de optar por construir al margen de lo que constituye al imperio o la política clásica. Pero no con prescindencia de todos, no es una opción nihilista. Porque no creemos que haya realmente un afuera físico. En todo caso, en cada momento e instancia hay espacios ahogados por la maquinaria de la dominación, y hay espacios que pasan desapercibidos. Allí está el desierto. Entonces, los errantes no parten hacia en un camino individual. Aunque la decisión nace desde lo más profundo del individuo (y con este gesto arriesgan incluso la soledad en sentido político, la expulsión de los cánones dominantes). Pero asumen el riesgo porque en definitiva los alienta –no sólo el hastío de lo existente- si  no, fundamentalmente la esperanza en lo que puede venir. ¿Hay un gesto de fe en la decisión de iniciar el camino de la lucha?.  Es posible entenderlo así. No es únicamente una lectura correcta de las condiciones sociales lo que nos empuja a dar el paso. En última instancia estas condiciones objetivas aparecen con demasiada evidencia en estos tiempos,  cómo para aducir que la paralización frente a la barbarie es un reflejo de pura ignorancia.
El paso de rebelarse, de partir como un errante exige una decisión que sólo puede ser tomada con una profunda confianza en el otro, en los otros. Un camino que se recorre con la mirada fija en el horizonte, seguros sin embargo de que al volver la vista atrás otros tantos se habrán sumado al camino.




El niño                
             
El niño no es necesariamente un niño en sentido literal. Es una imagen que elegimos para representar un estado de conciencia. Una cierta ingenuidad y vulnerabilidad en la que ubicamos la sociedad actual (tal vez más específicamente buena parte de las nuevas generaciones). El  “niño” adolece, pero no quiere, o no sabe cómo hurgar en las causas. Por momentos prefiere no asumir su adultez  porque ello implica hacerse cargo de lo que está ocurriendo, implica tomar partido, ser cómplice de toda la barbarie o enfrentarla con todas sus consecuencias…decidirse por un lugar más libre, pero más inseguro: “no serás cómplice de las injusticias del sistema, pero tampoco contarás  su confort y seguridad…”.


La mujer

La voz de una mujer  acompaña al “niño” en su momento de incertidumbre. La figura de la mujer es la ideología. Ella siempre estuvo ahí expectante, pero no ha intervenido hasta que no surgen las preguntas. Ella lo guía, pero no lo engaña, no se aprovecha de la ingenuidad del niño. Le advierte de los peligros que le acecharán si decide emprender el camino. Es lo que se ha representado con “el ritual del guerrero”.  Cuando el niño accede, un nuevo ser vuelve a nacer, un nacimiento en un sentido ético revolucionario. Se tratará en adelante de “un guerrero” en aprendizaje. Y “ella” guiará su camino. 




El hombre calvo

El, o ella ¿o el mismo niño en su verdadero cuerpo físico? (se puede ver cómo su imagen cambia de persona en el reflejo de un ventanal) se descubre tal como es. En soledad, pues el sistema le ha desarraigado de toda pertenencia social y espiritual. El hombre (o la mujer) sólo con su confort. Se descubre deteriorado, perdido en el tiempo y empieza a adivinar el engaño. El no tiene porque ser  lo que se ve en la imagen que lo refleja. Es un momento de dolor y desesperación, o termina de huir o se recluye en la calma de una mentira inducida. Aparecen agentes, sujetos enmascarados que le pretenden someter a un adormecimiento, ¿consumo?, ¿escapismos?, ¿olvidos?. Pero él se resiste y huye, pasa a ser un prófugo de una sociedad que no lo pudo controlar. 



La maquinaria de la dominación

La sociedad del espectáculo. Todas las técnicas para envilecer a una sociedad que vive a través de la imagen que se construye desde las esferas del poder. Es la cultura imperial, cada acto, cada gesto proyectado a través de los medios masivos u ofrecido en el mercado está impregnado de los valores de una burguesía que –de tan decadente- hace el ridículo. Pero no hay ingenuidad en esta estupidez. Mientras que el pensamiento incursiona en cada rincón del planeta hay todo una ciencia que se ha puesto al servicio de la maquinaria de la dominación.
Y ya no hay costos importantes para el sistema. Cómo modelo hegemónico se puede dar el lujo de absorber aparentes golpes. Escenificaciones que en primera instancia buscan involucrar a todos los actores en un consenso de participación. No importa tanto su posicionamiento en un sentido u otro, importa que sean parte del circo, que cumplan su papel de actores aún sin saberlo. El espectáculo está en todas partes…



La guerra en Medio Oriente

Pudiera parecer un elemento mucho más concreto que lo abstracto general del guión, y por ello adquiere una relevancia que podría no comprenderse. Pero allí está en definitiva la verdadera cara de la barbarie, es concreto, podrían ser ellos, los iraquíes, los palestinos o tal vez colombianos. Podrían ser los gitanos en Francia o los indocumentados en EEUU.  Sobre ellos caen las bombas como ayer el Napalm incendiaba a los vietnamitas.  Son los convoyes del imperio abriendo la tierra, y niños que mueren, como en las calles de Rio de Janeiro. En un infierno tan real como el despojado cuyo cerebro vuela en mil pedazos bajo los efectos de la guerra química. Crac, Pasta Base, Napalm, desintegración…todo está allí, puden hacerlo de muchas maneras posibles. Y el dolor no se evoca para entristecer un paisaje como quien pretende pintar un cuadro oscuro. El dolor pretende ser justo con la verdad y ofrecer argumentos para escapar a la falsa dicotomía de amor-odio. Este falso antagonismo es otra  concepción burguesa que se pretende imponer: “o se odia y se es terrorista y violento, o se ama y se es tolerante y pacifista”. ¡Vaya trampa!.
Entonces, esos niños creados en el odio al invasor, son niños creados en el amor a su familia, a su tu tierra. Vemos varios niños cargando con un amiguito herido en la intifada. Y vemos ese niño con sus piedras enfrentando a los tanques del Estado sionista. Es como David y Goliat, y sin embargo todos sabemos que aquello no alcanzará. Por eso no nos asiste el asombro cuando aparecen los fusiles de la resistencia. La religión es en este punto una evocación a una guerra también contra el desarraigo. Es esa lucha ancestral, nuevamente, que se defiende contra el imperio que todo lo destroza y banaliza. Ese pueblo no eligió ponerse en el lugar del mayor enemigo del imperio. Pero ciertas circunstancias que hacen al mercado les han puesto en la primera línea de fuego. Aunque no fuera el propósito, el paralelismo es insalvable. Allí donde la tierra se cubre de desiertos, la guardia pretoriana de este imperio, los marines, han desembarcado para librar la batalla decisiva. Nuevamente, miles de años después de la caída de aquel otro imperio, la arena se vuelve a regar de sangre.




El caos, la violencia y la democracia de los burgueses

¿Quién decide cual es el punto de agotamiento de esta barbarie?. Nadie lo decide. Las mujeres y los hombres  simplemente se van hartando. Por conciencia o porque no les han dejado más espacio para sobrevivir. La cuestión es cómo se reacciona. He aquí los eternos debates entre las más diversas corrientes políticas.  En honor a los acontecimientos no podemos concluir que la rebeldía, o la revuelta conducen a la revolución. Pero podemos sí decir, sin temor a equivocarnos, que sin rebeldía no hay revolución. No hay siempre una explicación en cada acto de destrucción. En cada irrupción violenta que transgrede el orden por parte de los insumisos. Pero hay un sentido originario que lo justifica y que no debe perderse de vista. Luego siempre habrá tiempo de reparar en la técnica o la táctica. Pero el acto en sí de una violencia anti-sistémica puede estar en todas partes, allí donde caiga un escaparate, se incendie un coche o se asalte un banco. Donde definitivamente no hay ningún sesgo por cambiar nada, es en ese lugar donde se acepta el juego democrático burgués, la pacificación de la injusticia. Para quienes les cause estridencia la apología de este modo de irreverencia, habría que recordarles que nada es tan violento como pacificar la desigualdad.
En este sentido hay una opción categórica por condenar al sistema demócrata burgués, sus elecciones y la clase política parida de esos antros como frenos para un salto cualitativo en la lucha. Una lucha que a nuestro entender es una lucha de clases. De oprimidos contra opresores, de explotados contra explotadores. Pero es una lectura clasista que debe superar el estereotipo heredado de luchas pasadas. El mundo del trabajo es un muy distinto (aunque la mecánica de la explotación siga siendo la misma). El mundo de los excluidos es muy distinto que hace medio siglo (aunque la exclusión siga operando).  Puede haber concepciones demasiado conservadoras que no aporten nada nuevo a un resurgir de esta vieja contienda que aún está por definirse. Pero los que luchan –en el acierto o en el error-  no son  -en todo caso- el problema central de los que luchan, o quieren luchar.  El problema son los que NO luchan. Y nos remitimos a las primeras apreciaciones sobre esta incertidumbre de cuál será el camino. “En cada momento e instancia hay espacios ahogados por la maquinaria de la dominación, y hay espacios que pasan desapercibidos. Allí está el desierto. Entonces, los errantes no parten hacia en un camino individual (…) si no hacia una construcción colectiva”.

La presencia de la clase en este sentido, hace más hincapié en “cómo es” que “cómo quisiéramos que fuera”. Admite una derrota histórica reciente, pero no resigna el lugar de la clase obrera a un actor secundario. La ubica allí latente, con sus “hijos” desocupados descarrilados, pero vivos de rabia. 


La tarea es organizar, y para ello se reescriben  viejas enseñanzas.

La insurrección habla de un método y una concepción de las luchas. La insurrección no niega el papel de las mujeres y los hombres en el proceso de liberación. Ninguna concepción lo hace de hecho, dirán muchos. Pero definitivamente la idea construida –a nuestro entender equívocamente-  de una vanguardia concentrada en “El Partido de la clase”, definiendo para sus dirigidos el cauce y el lugar de cada contienda no tiene vigencia. Y esta negación de una vanguardia política afincada en la dirección de un partido no implica –para nosotros- la negación de una  conducción conspirativa y organizada que elabore estrategia y readecue tácticas. La insurrección de un pueblo es la cúspide de un proceso mucho menos “espectacular” y publicitado que los disturbios callejeros, por supuesto, pero incluye estas prácticas como motor de las contradicciones. La insurrección de la que hablamos es –finalmente- una resolución política nacida desde el pueblo organizado, que combina distintos métodos y niveles de lucha para consagrar la revolución social.